Medio de comunicación independiente

Por Guillermo Pulido Pulido

Hace unos días, el Mando Espacial de Estados Unidos dijo que Rusia había probado un arma espacial antisatélite que habría sido lanzado desde un satélite que se había acercado en otras ocasiones a satélites norteamericanos.

Existe cierta creencia de que la guerra espacial tiene una baja probabilidad de que se termine materializando porque atacar y destruir un satélite genera tal cantidad de basura espacial, que dañaría a una gran cantidad de satélites de otros países además de las dos potencias involucradas en el conflicto espacial, que la conducción de la guerra en el espacio es de muy difícil conducción y gestión, y solo sería estratégicamente racional hacer la guerra espacial en una suerte de opción "nuclear" (en el que todos los bandos salen perdiendo).

Ese sería el caso, por ejemplo, en el que una potencia que estuviera siendo invadida militarmente por EEUU, decidiese lanzar una salva de armas antisatélites contra los satétlites norteamericanos. Dado que EEUU es muy dependiente del espacio para comunicaciones, guiado de municiones de precisión, navegación, reconocimiento, vigilancia, etc.

Una representación del tipo de armamento que podría haber probado el satélite ruso Cosmos 2543

Aunque la potencia invadida o atacada también sufriría daños en sus satélites (por la gran cantidad de fragmentos que destruirían otros satélites indiscriminadameente), la mayor dependencia de EEUU del espacio para lograr su superioridad militar hace que la pérdida sea mucho más grave para los norteamericanos y los igualaría relativamente.

Una opción de lógica similar a la anterior sería la de detonar armas nucleares en el espacio para que los pulsos electromagnéticos destruyan la electrónica de los satélites. Se ha barajado que ese sería un escenario hipotético en el caso de Corea del Norte estuviera perdiendo una guerra contra EEUU que pusiera en peligro la continuidad del régimen norcoreano.

No obstante, la estrategia espacial ha evolucionado bastante desde ese tipo de escenarios poco probables o radicales, hacia estrategias más limitadas y que hacen racional la guerra espacial en guerras que no sean de peligro existencial.

Para hacer viable ese tipo de estrategias se ha desarrollado armamento espacial que no genera fragmentos, y que discriminan y limitan la destrucción a satélites concretos. Es más, también se despliega y desarrolla armamentos que no destruyan del todo a los satélites dañando solo partes muy concretas del mismo, además de armamento que solo daña temporalmente al satélite atacado.

El caso del arma espacial que Rusia habría probado hace unos días es un claro ejemplo de ello. El Cosmos 2543 habría lanzado un objeto del que no se ha informado sus características, ya que podría ser un pequeño satélite o algún tipo de proyectil cinético destinado a atacar un satélite.

El Cosmos 2543 se creía que era satélite inspector, que se emplearía para maniobrar cerca de satélites adversarios e inutilizarlos robóticamente. Sin embargo, de ese satélite salió un objeto que bien podría ser también otro satélite inspector o un proyectil cinético.

Cabe destacar que el Cosmos 2543 salió a su vez del Cosmos 2542, por lo que en el caso que despidió el Cosmos 2543 fuera otro satélite a su vez más pequeño, estaríamos ante una muy curiosa estrategia que los norteamericanos han descrito como similar a las matrioskas.

Rusia, desplegando una gran cantidad de pequeños satélites que pudieran acoplarse a satélites enemigos para inutilizarlos o destruirlos sin generar desperdicios, pretende anular la superioridad espacial norteamericana, sin que la guerra espacial degenerase en un conflicto espacial a gran escala.

Esto es crítico para Rusia (o cualquier país que se enfrente a los EEUU), ya que causar una gran destrucción indiscriminada en satélites podría inducir de manera accidental o inadvertida a una guerra nuclear, ya que la infraestructura de mando y control nuclear (además de los satélites de alerta temprana) se basa en infraestructura espacial.

Un ataque que destruyese esa infraestructura podría se confundido como la antesala de escalada nuclear estratégica que permitiría a Rusia hacer un primer ataque nuclear contra la fuerza de primer ataque nuclear estadounidense.

Es importante señalar que las armas espaciales están permitidas por la ley internacional. El Tratado del Espacio Exterior solo prohíbe en el espacio las armas de destrucción masiva (nucleares, biológicas, químicas) pero no impide el resto de armas en órbita o en el espacio "vacío".

El Tratado del Espacio Exterior también prohíbe que se usen los cuerpos celestes y la Luna como lugar de despliegue de armas espaciales, así como que se empleen esos espacios como bases militares o lugar para ejecutar maniobras militares (despliegue de armamento no permanente).

Por tanto, que Rusia haya supuestamente desplegado satélites para dañar o destruir otros satélites no es ilegal.

Sin embargo, ni Rusia ni otros países reconocen que están desplegando armamento en el espacio. El motivo de que oculten su armamento espacial en órbita de debe a cuestiones de racionalidad estratégica que comentaba anteriormente: para poder hacer una guerra en el espacio estratégicamente racional y manejable.

Concretamente, en caso que se llegue a un conflicto armado espacial el asunto de la atribución del ataque es fundamental. Rusia, al negar que tiene armas en el espacio y ser estas armas de muy pequeño tamaño (difíciles de detectar y discriminar de la basura espacial), puede atacar la infraestructura espacial norteamericana que desee sin que quede claro que ha sido Rusia la responsable de ese ataque.

Estas son las únicas armas ofensivas que reconoce tener EEUU, para hacer interferencia o jamming

Ese tipo de estrategia de negación plausible, en el que la atribución de un ataque sea difícil de demostrar o rastrear, pudo verse cuando Irán ha atacado petroleros e infraestructura petrolera en Arabia Saudí y Emiratos Arabes Unidos, causando graves daños sin que estos países (o EEUU) respondieran a Irán.

Esa estrategia de negación del despliegue de armas no es exclusiva de Rusia, los EEUU ejecutan el mismo tipo de estrategia y si cabe de manera más radical aún. Hasta el momento los norteamericanos niegan que tengan capacidades de ataque antisatélite más allá de una antenas para hacer interferencia (Jamming) contra las señales que emite o reciben los satélites.

Sin embargo, durante años los EEUU han estado desplegando el avión espacial X-37 de la fuerza aérea, que evidentemente tiene algún propósito armamentístico. Además, recientemente algunos responsables norteamericanos en guerra espacial (como la subsecretaria de defensa de la USAF) de que EEUU quizás haga alguna demostración de fuerza pública en el futuro, para demostrar las capacidades norteamericanas para la guerra espacial y así mejorar la disuasión frente a rivales como Rusia (que podría hacer un error de cálculo estratégico, iniciando hostilidades en el espacio al desconocer las superiores capacidades ofensivas espaciales norteamericanas.

Rusia, además de estos satélites que podría dañar selectivamente otros satélites, desarrollas otras armas espaciales como el láser basado en tierra Perevest, un láser basado en aviones de carga (como el A-60 de la época soviética), armamento antisatélite lanzado desde aviones MiG-31, armamento electromagnético que dañe selectivamente otros satélites, etc.

Probablemente, con los láser, armas electromagnéticas, jamming (interferencias), ataques cibernéticos, se pretende atacar satélites adversarios sin causarles daños permanentes, sino solo de forma temporal (o en el caso de ser permanente que solo dañe partes concretas del satélite).

Con esto llegamos a la trilogía del armamento espacial contemporáneo para implementar la lógica de las estrategias espaciales del presente: atribución, reversibilidad y daños colaterales.

Las armas espaciales para las guerras espaciales se diseñan principalmente para poder negar la atribución del ataque (rompiendo así la lógica de la disuasión), que los ataques no generen daños colaterales (gran cantidad de fragmentos y basura espacial, etc) y que los daños en el satélite sean limitados o reversibles.

De ese modo se puede diseñar y ejecutar una estrategia de guerra espacial limitada que sea estratégicamente racional y gestionable (controlar la escalada).

En los siguientes gráficos se muestra los tipos de ataque de ese tipo que podrían ejecutar satélites militares ofensivos en alguna guerra futura; así como los tipos de interferencia que pueden hacerse desde tierra contra satélites adversarios e inutilizarlos.

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