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A estas alturas a nadie resulta novedosa la participación de Turquía y Qatar en la Segunda Guerra Civil de Libia, sin embargo es de vital importancia conocer que hechos han facilitado tal intervención y que problemas puede arrostrar sobre la Unión Europea.

No obstante, antes de continuar es preciso que os recomendemos este artículo si no conocéis bien el conflicto libio y este podcast con las últimas novedades sobre el mismo.

Es comúnmente aceptado que en lo que los anglosajones llaman "MENA" (Oriente Medio y Norte de África) existen tres grandes bloques políticos en pugna por la hegemonía:

  • Bloque árabe: de carácter suní y árabe su principal potencia es Arabia Saudita e incluye a buena parte de las monarquías del Golfo y cada vez más a Egipto. Se trata del bloque que mantiene mejores relaciones con Occidente y de hecho tiene intereses convergentes con Europa, Grecia e Israel.
  • Eje de Resistencia: liderado por Irán que ha construido una red de actores estatales y no estatales que permiten controlar Irán, Siria y en cierta medida Iraq, Líbano y el antiguo Yemen del Norte.
  • Eje de los Hermanos Musulmanes: compuesto únicamente por Turquía, Qatar y ciertos proxys, y que protagoniza este texto.

En ocasiones al bloque Turquía-Qatar se ha dado en calificarlo de los Hermanos Musulmanes (HHMM en adelante) porque el común denominador político está representado por la famosa organización transnacional  HHMM cuya bandera ideológica es el panislamismo, esto es la constitución de un solo gran país Islámico que iría desde Marruecos hasta Pakistán e Indonesia.

Turquía lleva desde hace más de una década en una senda que conduce al islamismo y al neo-otomanismo, lo que ha hecho de la política exterior de Ankara algo mucho más ambicioso y atrevido que nunca.

Como Qatar es el gran valedor de los HHMM y puesto que esta organización tiene adeptos en Libia se ha convertido en el vector natural de la intervención en Libia: una alfombra sobre la que construir una plataforma de influencia en libia y en el norte de África.

El islamismo más recalcitrante de este eje se aprecia en personajes como Abdelhakim Belha, fundador del Grupo Islámico Combatiente Libio, organización que ha sido considerada por la ONU como parte de Al-Qaeda y que incluso habría tenido algún papel durante los atentados del 11-M en España, pero que por encima de todo es considerada por no pocos como parte del entramado de grupos afines a Qatar.

También encontramos a personajes como el Gran Muftí Sadiq Al-Gharianiani que se ha hecho famoso por apoyar el boicot a los productos de otros países árabes mientras pide a los libios que apoye a su "hermano turco" adquiriendo sus manufacturas en lo que casi parece un vestigio decimonónico de la era colonial. No son pocos los que en Libia le acusan de pertenecer a los HHMM.

Finalmente para no extendernos también encontramos al ministro de interior del GNA Fathi Ali Pasha, que según distintas publicaciones tendría importantes lazos con Turquía convirtiéndose en una suerte de "caballo de Troya" del neo-otomanismo.

Conviene recordar que las dos grandes regiones del país: la Cirenaica y la Tripolitania provienen de tradiciones políticas y culturales distintas siendo las de esta última mucho más ligadas al antiguo Imperio Otomano.

Yendo más allá de los grandes líderes que sirven a los intereses de este bloque es fundamental evaluar los riesgos que una victoria de Ankara y Doha suponen para la Unión Europea.

Primero. El uso de las corrientes migratorias como arma arrojadiza contra Europa, como ya explicamos.

Segundo. El riesgo de que proliferen grupos radicales al amparo del GNA, que ya está plagado de organizaciones prácticamente yihadistas y que llegado el caso tienen Italia muy cerca.

El envío de mercenarios bajo la marca vacía del Ejército Libre Sirio a Libia, cuya ideología y motivaciones no están nada claras o el trasvase masivo de hombres para el Estado Islámico de Libia en Derna son síntomas del tipo de ideología que impera en buena parte de las milicias que apoyan al GNA.

No hay más que ver como la fuerza especial del ministerio del interior del GNA, de nombre "Fuerza Especial de Disuasión, también conocida como RADA, opera bajo los principios legales de la Sharia aprobados por el Tribunal Supremo Islámico.

No se puede decir que Erdogan y la Turquía moderna aporten un pensamiento mucho más radical que algunos de sus vecinos, sin embargo la proyección a largo plazo del panislamismo cada vez esta trayendo consecuencias más desestabilizadoras y funestas para la región.

El RADA se ha encargado de combatir actividades tan "peligrosas" como el consumo de alcohol, la profesión de religiones o ritos no adscritos al Islam suní más conservador o el activismo político pacífico contrario a la intervención turca y a los HHMM.

Unidades como el RADA han sido las encargadas de llevar a cabo la represión en el interior de Trípoli y Misrata o en Tarhuna, en la que al poco de haber sido ocupada se han extendido las represalias y los saqueos.

Recordemos que Tarhuna, al igual que Beni Walid se enmarcan en la tradición tribal anti-otomana de Libia, así que para "meter en cintura" a dichas tribus se ha consentido el pillaje, los incendios y posiblemente las venganzas.

No hemos de olvidar que, al fin y al cabo es la población civil quien se ve obligada a soportar la imposición apoyada desde el extranjero de ideologías perniciosas que para colmo se imponen mediante una terrible guerra civil. (Abdul Hamid/Arabi21)

Tercero. La seguridad energética europea.

Este es quizás uno de los grandes peligros. Ankara ya ha anunciado su intención de instalar sendas bases militares de tipo aéreo y naval en Libia, hecho que proporcionaría a los turcos una posición de privilegio en la disputa por los hidrocarburos del Mediterráneo Oriental con la cuestión de Chipre de fondo.

Recordemos que a cambio del apoyo turco, el GNA se ha comprometido a extender su Zona Económica Exclusiva más allá de lo legalmente razonable con el único objetivo de que así Turquía pueda ganar otra baza más para apoderarse de los hidrocarburos y controlar esta ruta de suministro de gas.

La Unión consume mucho gas, en especial durante el invierno en los países del norte de Europa, de tal manera que Bruselas ha empujado a los Estados Miembros (EEMM en adelante) a diversificar sus fuentes de suministro para disminuir la intensidad de posibles "chantajes".

Recordemos como durante el conflicto de Ucrania, Moscú no dudó en amenazar a toda Europa del Este y a Alemania  con "cortar el grifo" del gas.

Sin embargo, si Ankara logra controlar los nuevos yacimientos y sus gaseoductos en el Mediterráneo Oriental las posibilidades de conseguir autonomía estratégica diversificando el suministro de gas recibirán un gran golpe, hecho que podría revestir incluso mayor gravedad si Vladimir Putin y Erdogan están dispuestos a constituir un oligopolio del gas.

Por suerte para la UE los yacimientos y sus gaseoductos son disputados por Grecia, el Chipre griego, Israel y Egipto, a lo que se suman las compañías italianas y francesas que explotarían dichos yacimientos y que presionan a sus respectivos gobiernos.

Asimismo Francia, una de las pocas potencias europeas que se han tomado en serio la intervención foránea en Libia ve cada vez con más recelo no solo la intervención de una Turquía cada vez más agresiva, sino una presencia rusa cada vez más preocupante.

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