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En una entrevista realizada hace unas pocas semanas, el General B. Chance Saltzman, Jefe de Operaciones Espaciales de los EE. UU., aseguraba que, tomando como ejemplo la actual guerra de Ucrania, es preciso dotar a las Fuerzas Espaciales estadounidenses de la capacitación y la experiencia operativa necesarias para un futuro conflicto potencial en el que la tecnología espacial, y en concreto los satélites, tendrían una relevancia central.

Afirmaba que a EE. UU. no le puede suceder lo mismo que a Rusia en el actual conflicto con Ucrania, en el que, a pesar de disponer de medios materiales, carece de la integración, el personal capacitado, los conceptos operativos y las tácticas para operaciones de múltiples dominios.

El General Chance Saltzman, Jefe de Operaciones Espaciales de la Fuerza Espacial saluda durante la ceremonia de cambio en la base conjunta Andrews, el 1 de noviembre de 2022. Fuente: Secretario de Defensa de EE.UU.

En esta línea, afirmaba que si bien es cierto que el ejército de los EE. UU. dispone de los satélites y el hardware más avanzados del mundo, las Fuerzas Espaciales han operado tradicionalmente en un entorno relativamente benigno y han obviado que, tanto para la optimización del uso de estos medios como para una futura guerra espacial, los operados requieren una capacitación permanente propiciada por desarrollos continuos y la combinación de entrenamientos en campos virtuales y reales.

Asimismo, puede afirmarse que la guerra de Ucrania ha propiciado que los Estados sean conscientes de la importancia insoslayable de los satélites en el diseño y desarrollo de los conflictos. Por ejemplo, de las imágenes satelitales de alta resolución.

Así lo recoge un informe del 16 de enero de la firma de investigación y consultoría Quilty Analytics, en el que afirma que “estamos asistiendo a una transformación en el dominio de las imágenes de muy alta resolución”, y que la industria espacial está introduciendo cada vez más, a petición de los clientes de defensa, nuevas capacidades para imágenes de muy alta resolución, lo que va a llevar a satélites espía comerciales cada vez más poderosos y decisivos.

Empresas como Maxar News Bureau, Planet y BlackSy han proporcionados imágenes electroópticas a los clientes de defensa y a los medios de comunicación. Iceye y Capella Space han vivido una gran demanda de sus imágenes de SAR (radar de apertura sintética), ya que han dispuesto de la capacidad de penetrar densas capas de nubes en Ucrania.

El CSO de la Fuerza Espacial de EE.UU., Jay Raymond, y el asesor principal alistado de la Fuerza Espacial de EE.UU., Roger Towberman, entregan al presidente Donald J. Trump la bandera de la Fuerza Espacial de EE.UU., 15 de mayo de 2020, en la Oficina Oval de la Casa Blanca. (Foto oficial de la Casa Blanca por Shealah Craighead)

Las empresas estadounidenses de análisis geoespacial Spire Global y HawEye 360, proveedoras de datos de radiofrecuencia, han utilizado sus satélites para rastrear los bloqueadores de GPS rusos. Recientemente también hemos conocido que la Fuerza Espacial de EE. UU. ha lanzado un cohete SpaceX Falcon 9, producido por SpaceX, con un satélite GPS.

Así, estos pocos ejemplos evidencian que tanto las empresas como los Estados han aprovechado la crisis de Ucrania para implementar nuevos desarrollos y transformar con ello el dominio espacial.

Por otra parte, las tecnologías espaciales, especialmente los satélites, no solo están permitiendo nuevos usos en el campo de los conflictos bélicos, sino que han permitido nuevas estrategias en el dominio de la diplomacia.

La crisis de Ucrania también ha puesto de manifiesto que los satélites, junto con los diversos sistemas de armas de la OTAN, han dotado a Ucrania de la capacidad para forjar una defensa realmente formidable, especialmente en el aspecto diplomático, un dominio que ha propiciado la difusión pública de imágenes satelitales con las cuales se ha buscado obstaculizar las operaciones de propaganda rusas y calar en el imaginario público con imágenes de guerra terribles.

Fig. 1. Tweet de Maxar Technologies con una imagen de satélite de alta resolución.

Han ayudado, en efecto, a construir la narrativa occidental sobre el conflicto que impera en Europa. Una vez más pueden observarse nuevos usos de la inteligencia satelital implementada.

Situándonos ahora en un plano más general, no hay duda acerca de que todos estos aspectos se enmarcan en un contexto más amplio, y que, asimismo, todos los actores se están viendo forzados a adaptarse a la situación de fondo. Estamos asistiendo a una reconfiguración del dominio espacial propiciado por el realineamiento geoestratégico de Rusia y por las exigencias y necesidades industriales de las diversas naciones hegemónicas.

Por ejemplo, con la pérdida del Soyuz ruso, Europa se ha visto abocada a afrontar las lagunas en su capacidad para desplegar y mantener una infraestructura espacial solvente sin ayuda externa. A corto plazo, esto significa que la Unión Europea y la Agencia Espacial Europea han tenido que transitar de la dependencia rusa a la dependencia estadounidense y de SpaceX.

Del mismo modo, ha sido palmario el alineamiento más estrecho de Rusia con China, como también con Irán, que condujo en agosto del año pasado a un lanzamiento de un satélite iraní de detección remota en un cohete Soyuz.

La creación de la Agencia Espacial Española ―por el momento una creación meramente nominal y propagandística― también debe entenderse dentro de este contexto de búsqueda obligada de autonomía tecnológica europea en el dominio espacial, en el que industria y organismos estatales están intentando responder y adaptarse a esta nueva situación política y económica.

Y es que, en efecto, a pesar de la poca atención que ha recibido tradicionalmente por parte de analistas y teóricos del campo, ya desde la Guerra del Golfo el espacio se ha revelado como un dominio clave de la geopolítica, la geoestrategia y los conflictos armados. Los cohetes lanzadores de vehículos y los satélites han sido un factor cada vez más decisivo en el diseño, el desarrollo y la resolución de los conflictos bélicos.

Esto puede advertirse rápidamente observando el gigantesco despliegue de medios espaciales que está realizando China desde prácticamente la última década. Solo en 2023, espoleada por la crisis de Ucrania, China ha planeado más de 70 lanzamientos que serán realizados entre la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China y los actores comerciales.

Con una alta tasa de lanzamientos de satélites Yaogan y Gaofen, se estima que China aumente superlativamente sus capacidades de observación y reconocimiento de la Tierra, al tiempo que lanzará satélites de reemplazo para la constelación Beidou GNSS.

Fig. 2. Tweet de China ‘N Asia Spaceflight con imágenes de un cohete lanzador de satélites.

En este sentido, la guerra de Ucrania también está acelerando el enfrentamiento entre EE. UU. y China, que tiene en el espacio uno de sus escenarios más importantes. En el último informe del Pentágono, publicado el 29 de noviembre, se identificaba a China como el único competidor con la intención y, cada vez más, la capacidad de remodelar el orden internacional, advirtiendo de manera explícita que los avances de China en el espacio civil y militar están propiciando rápidamente sistemas de guerra capaces de competir con los estadounidenses.

Aceptando, por tanto, que el espacio sería un campo de batalla en un futuro conflicto con China y que, asimismo, deben tomarse medidas para acabar de integrar las redes espaciales con los sistemas terrestres, marítimos y aéreos; en la línea de lo que afirmaba el General B. Chance Saltzman en relación con el conflicto de Ucrania.

El ejército de los EE. UU. depende en gran medida de los satélites, lo que, por un lado, le permite el acceso a áreas que de otro modo le estarían vedadas, pero, por el otro, le exige una integración compleja de los medios y le expone a ataques de las fuerzas armadas de China, las cuales están preparadas para interrumpir las redes de satélites de EE. UU. utilizando bloqueadores, láseres e incluso armas cinéticas de ascenso directo.

Teniendo en cuentas todos estos aspectos, bien puede afirmarse que desde la última década estamos asistiendo a una nueva Guerra Fría en el espacio, intensificada principalmente por la demostración y expansión de las capacidades de China propiciadas por el nuevo realineamiento del orden internacional.Esta vez sí, una guerra de las galaxias parece realmente probable.

Emblema de la Fuerza de Apoyo Estratégico del Ejército Popular de Liberación

Tradicionalmente, todos los conflictos armados importantes han servido para implementar desarrollos tecnológicos de doble uso que han acelerado procesos históricos, políticos y económicos. La guerra de Ucrania está reproduciendo e implementando, de momento a pequeña escala, procesos que en un futuro se desplegarán con todas sus capacidades.

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