Medio de comunicación independiente

Por Yago Rodríguez Rodríguez

Hace poco un compañero de mesa en la televisión apuntaba a que estamos asistiendo a los efectos del realineamiento geopolítico producido por los Acuerdos de Abraham, la Guerra de Ucrania y la pérdida de poder relativo de Estados Unidos... Pero mi compañero estaba olvidando el jaque que Irán llevaba años maquinando.

Esta guerra podría haber sucedido incluso si Estados Unidos aún fuera el policía del mundo, ya que obedece a una hábil geopolítica puesta en práctica por Irán desde hace 30 años, una geopolítica que ha permitido a Teherán configurar un "Gran Creciente chií" como suele nominarlo. En las próximas páginas explicaremos las líneas maestras del jaque persa.

El Día de Al-Quds o Día Mundial de Al-Quds l es un evento anual celebrado en Irán y otros países del mundo desde su institución por el ayatolá Jomeini en 1979, tras la revolución iraní, para la expresión de solidaridad con el pueblo palestino y de oposición al sionismo y al control israelí de Jerusalén. Autor: Mostafameraji

Todo comienza con la revolución iraní de 1979 y la posterior Guerra Irán-Iraq. En aquella época el ayatolá supremo Jomeini ya había fijado la destrucción del "Gran Satán" como la prioridad de su régimen en materia de política exterior, además, durante la conflagración contra Iraq, el país deseaba buscar aliados internacionales para romper su aislamiento, por lo que hombres como Hasán Nasrala -futuro líder de Hezbolá- fueronrecibidos en la ciudad sagrada de Qom, el corazón religioso del régimen de los ayatolás.

Durante décadas Irán construyó su red de aliados estableciendo a Hezbolá en el Líbano y enfrentándose -inicialmente- al AMAL armado por el gobierno sirio, pero las mejores oportunidades  para Teherán estaban por venir y todas ellas serían precedidas por vacíos de poder fruto de circunstancias internacionales y de los errores políticos -y militares- de sus enemigos.

En el año 2003 la aniquilación del régimen de Sadam Huseín en Irak puso en alerta tanto a Teherán como a Damasco:los principales vecinos de Sadam veían con temor la posibilidad de una intervención militar estadounidense, todo lo que facilitó el acercamiento sirio-iraní.

El Equipo de Combate (BCT), 1.ª División Blindada (AD), posa para una fotografía bajo el " Arco de la Victoria " en Bagdad, Irak, durante la Operación Libertad Iraquí. El monumento, construido al final de la guerra entre Irán e Irak, marca la entrada a un gran patio de armas en el centro de Bagdad, 13 de noviembre de 2003. 

Con el vacío de poder dejado por la caída del régimen baazista en Irak, Irán se afanó por influir en la mayoritaria comunidad chií, especialmente a medida que Estados Unidos se empeñaba en consolidar un sistema electoral en el que habían de ser los chiíes quienes dominaran el juego democrático.

En paralelo, Irán trataba de obtener su cuota de influencia en Afganistán -especialmente en el oeste del país- llegando a aparecer armamento de fabricación persa en manos de los talibán, y reclutando a la minoría marginada de los hazaras… ¡Pero la oportunidad para mover torres y alfiles estaba a punto de llegar!.

A partir de 2010 se sucedieron dos grandes acontecimientos que jalonearon a todo Oriente Próximo. Primero fue la la Primavera Árabe y el consiguiente incendio regional, y en segundo lugar la emergencia del Estado Islámico y sus filiales, todo lo que desembocó en serios vacíos de poder.

El gobierno sirio empezó en 2011 a librar una cruenta guerra contra la oposición, hasta que en 2013 la descomposición del ejército regular les forzó por primera vez a solicitar el apoyo de Hezbolá para recuperar la estratégica ciudad de Al Qusayr, que en manos rebeldes estaba impidiendo las comunicaciones entre Líbano y Siria. Fue la primera vez en la que el Eje de Resistencia desplegó sus fuerzas terrestres sobre suelo sirio.

Ese mismo año, el "Dáesh" estableció su pequeño imperio en la ciudad de Raqa, Siria, y en 2014 lanzó la gran ofensiva que le convertiría en una amenaza internacional tras poner de rodillas al Estado iraquí y -en cierto sentido- al sirio.

Así las cosas, repentinamente, tanto el gobierno de Irak como el de Siria necesitaban apoyo exterior,  y el Eje de Resistencia estaba dispuesto a proveerlo. En Irak, las milicias filoiraníes se convirtieron en la piedra angular de la guerra contra los yihadistas, y en Siria, ante un gobierno en retirada, el Eje de Resistencia y sus milicias se apoderaron del centro y norte del país, en el que hoy siguen siendo las principales fuerzas, hasta el punto de que recaudan impuestos a punta de fusil a los sirios que habitan la región.

Simultáneamente, la Guerra Civil de Yemen y las victorias hutíes permitieron a Teherán obtener influencia en Saná y la costa junto al estrecho de Bab el Mandeb, a la vez que equipó al grupo yemení con misiles y drones de largo alcance -capaces de llegar a Israel- y misiles antibuque y minas navales con las que crear inseguridad en el Mar Rojo.

Gracias a todas estas maniobras que se produjeron entre 2014 y 2018, Irán ha logrado hacer realidad el Gran Creciente chií, que es mucho más que un puente terrestre que conecta Persia con el Mar Mediterráneo, conceptualmente, se trata de una suerte de estepa infinita en la que esconderse, maniobrar y atacar, transformando esa inmensa superficie en una fuente de poder.

Español: Un boina verde demuestra cómo solucionar inmediatamente un mal funcionamiento de disparo de un rifle de asalto a los soldados de la fuerza asociada de Maghaweir al-Thowra (MaT) en al-Tanf Garrison, Siria, el 3 de marzo de 2020. Las fuerzas de la coalición y el MaT permanecen unidos en un esfuerzo a largo plazo para derrotar a ISIS y contrarrestar a las organizaciones extremistas violentas en el sur de Siria. (Foto del ejército estadounidense por el sargento William Howard)

El Gran Creciente es una fórmula de profundidad estratégica, un inmenso territorio que ofrece un sinfín de oportunidades para la maniobra política, militar, económica y diplomática, un enorme maletín lleno de toda clase de instrumentos al servicio de Irán: desde finos bisturís hasta bastos martillos, desde elegantes movimientos para el control de la escalada y la teatralización hasta brutales opciones para la escalada y el enfado.

El desierto del oriente sirio y el occidente iraquí en manos de Irán permiten a la inteligencia persa efectuar toda clase de operaciones, así como contar con un santuario territorial. Igualmente permite a la Guardia Revolucionaria crear su ejército paralelo y expandir sus redes de milicias, con las que a su vez influyen en la política iraquí, que aún tiene un gran peso psicológico entre los ciudadanos estadounidenses, máxime si tenemos en cuenta el desastroso final de la Guerra de Afganistán.

Mientras Teherán desplegaba hábilmente sus piezas por todo el Gran Creciente, Estados Unidos las retiraba del tablero, pues apenas quedan 2.500 militares en Irak y otros 900 en Siria, las sobras de la operación Inherent Resolve y la guerra contra el Dáesh, acompañada por la corte correspondiente de entorno a un millar de tropas aliadas.

Con una fuerza tan exigua distribuida en varias bases militares por todo el Gran Creciente, Estados Unidos apenas podría apuntalar su presencia regional, en el caso de que Teherán decidiese lanzar a sus milicias de manera coordinada sobre las tropas occidentales, y no digamos si además apoya a estas últimas mediante salvas bien nutridas con drones kamikaze y misiles balísticos, las bases occidentales en la región sufrirían graves daños al ver sus defensas saturadas… Y es que por porder, Irán puede incluso utilizar al Estado sirio para abrir un frente adicional contra Israel.

Infantes de marina del ejército de los EEUU empacando su equipo para retirarse de la base aérea de Al-Taqaddum en Irak, 24 de marzo de 2020.

En paralelo, Teherán puede utilizar estas y otras herramientas -como las operaciones clandestinas- para presionar al gobierno iraquí y poner en peligro la presencia de Washington en la región, ello por no hablar de que las monarquías árabes que se han acercado a Israel pueden sufrir graves problemas de legitimidad internos en los próximos meses.

Por último, y tan importante como lo anterior, es que el Gran Creciente constituye una carretera segura por la que entregar a Persia una anhelada salida al Mar Mediterráneo, así como un corredor seguro para la logística de Irán.

En paralelo al Gran Creciente, Irán lleva décadas mejorando su capacidad de proyectar potencia de fuego a larga distancia mediante misiles y drones, por lo que no sólo tiene a su alcance los estrechos de Bab el Mandeb y Ormuz, sino que también puede golpear a toda la producción árabe de petróleo, incluyendo a Irak, Kuwait, Qatar, Emiratos, Arabia Saudita e incluso Sudán del Sur o Azerbaiyán.

En conclusión, la complicada situación de Gaza o las amenazas de Hezbolá a Israel tienen que ver con el jaque persa, una serie de jugadas encadenadas en la última década y que han permitido a Irán construir su propio trono en Oriente Próximo, un trono geográfico y político que a su vez genera un contexto sumamente difícil de combatir para Estados Unidos e Israel.

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