¿El momento de la integración europea?
Las elecciones francesas cierran un ciclo electoral decisivo para Europa que empezó el año pasado con paradas en Países Bajos, República Checa, Alemania, Hungría, Eslovaquia y Francia.
Bruselas se sometía a una prueba en un momento histórico complicado para la integración, pero fue suspirando aliviada con el resultado de cada una de estas citas pues las opciones proeuropeas consiguieron imponerse en todas las ocasiones a excepción de Hungría.
Este escenario, unido al contexto internacional, ha provocado un cambio en la correlación de fuerzas dentro de la UE a favor de la integración ¿Significa esto que se va a profundizar en la unión?
Thank you, President @AndrzejDuda for your participation to the #StandUpForUkraine pledging event, and thank you for the touching generosity of Polish people towards refugees from #Ukraine.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) April 9, 2022
We share the same spirit. Support and solidarity for Ukraine. pic.twitter.com/chbFt0mNw7
Europa vence en las urnas
A medida que la división entre izquierda y derecha pierde importancia como explicación única del debate político en Europa, se está imponiendo un clivaje entre las ciudades más cosmopolitas y globalistas y las poblaciones más pequeñas, nacionalistas y contrarias a la globalización.
En este sentido la UE juega un papel fundamental entre estas dos visiones y encontramos, como regla general, batallas entre bloques más euroescépticos y aquellos con vocación más europeísta. Esta situación pone a la UE en el centro del debate político y acaba provocando que las citas electorales de este último año hayan sido de una manera u otra referéndums sobre la integración europea. Y la UE ha salido vencedora.
En Países Bajos Mark Rutte conservó el puesto convirtiéndose en el Primer Ministro más longevo en el cargo (Orbán le supera, aunque con mandatos no consecutivos), pero los resultados electorales le obligaron a cambiar su coalición de gobierno dando espacio a posturas más europeístas. Rutte sigue siendo Rutte pero ahora hace gala de un giro proeuropeo del que antes carecía, como prueba véase su nueva alianza con España y su postura favorable a flexibilizar las reglas fiscales de la UE.

En Alemania la victoria de Scholz y su posterior coalición semáforo con verdes y liberales prometió una actitud mucho más europeísta que en los años de Merkel y, aunque de momento no hemos visto ese nuevo liderazgo alemán, Alemania no está actuando como freno de la integración como en antaño.
En República Checa y Eslovenia sus cabezas de gobierno euroescépticas, Babis y Jansa, fueron derrotadas por alternativas europeístas y, aunque en República Checa el gobierno está conformado por una coalición con diferentes visiones respecto a Europa, se han distanciado claramente de las posturas euroescépticas del pasado y de Visegrado.
En Francia la enmienda a la totalidad del proyecto europeo que planteaba Le Pen fue derrotada en las urnas y nos encaminamos hacia un segundo mandato de Macron consagrado como líder indiscutido de la UE. Sólo en Hungría, dónde Orbán logró retener el poder, la opción euroescéptica fue capaz de convencer a los votantes.

Visegrado se rompe
El fortalecimiento de las posturas a favor de la integración en la UE ocurre a dos niveles, el primero con el reforzamiento de partidos europeístas y el segundo con el debilitamiento de las opciones más críticas con la UE. La invasión rusa de Ucrania ha hecho saltar por los aires al grupo de Visegrado, un grupo que ya venía tocado por el giro europeísta de República Checa, pero que definitivamente estalla debido al distanciamiento entre Polonia y Hungría.
Viktor Orbán es el mayor aliado de Rusia y China en la UE, mientras que Polonia es probablemente el país más beligerante contra Rusia dentro de la Unión. Esto no es una novedad, pero esta contradicción entre ambos podía mantenerse con un perfil bajo en tanto que lo importante para ellos era el frente unido contra Bruselas y siempre que las relaciones con Rusia se mantuvieran, en la medida de lo posible, estables.
La guerra cambia esta situación y obliga a los Estados Miembros a posicionarse claramente con respecto a Rusia y, mientras que Varsovia tenía perfectamente clara su posición frente a Moscú para Budapest fue más difícil. Las elecciones húngaras se acercaban y al principio el gobierno de Orbán titubeó y asumió las tesis occidentales condenando la invasión y apoyando las sanciones europeas.
Sin embargo, esta posición duró bien poco, las malas relaciones con Ucrania, la dependencia de Rusia y una opinión pública no tan beligerante con Moscú como en otros lugares de Europa del Este, terminaron por inclinar la balanza a favor del Kremlin y Orbán se negó en rotundo a enviar armas a Ucrania e incluso a que armas con destino a Ucrania pasaran por su territorio.

A su vez, los medios de comunicación húngaros, cooptados por Orbán y sus afines, comenzaron a difundir las tesis rusas acusando a la OTAN y a la propia Ucrania de provocar el conflicto. Además, Orbán declaró que vetaría cualquier sanción al sector energético ruso (se decide por unanimidad) aunque no parece que vaya a cumplirlo.
Esta posición prorrusa enfureció a Polonia que comenzó a distanciarse de Orbán, lo que unido a la derrota electoral de Jansa en Eslovenia deja a Orbán completamente aislado. Tal es el distanciamiento entre ambos que el presidente de Polonia, Adrezj Duda, criticó públicamente la posición de Hungría y aseguró que Orbán se tendría que replantear su política exterior si quiere reconstruir sus relaciones.
Lo más probable es que este conflicto se mantenga en el tiempo por dos factores; el primero es que mientras dure la guerra cualquier acercamiento entre ambos está descartado y, en segundo lugar, en 2023 se celebran elecciones en Polonia y cualquier entendimiento con Orbán podría ser tóxico para buena parte del electorado polaco.
La UE ya está aprovechando esta brecha entre ambos y decidió iniciar el mecanismo de condicionalidad, que puede retirar los fondos europeos a un país de la Unión, sólo contra Hungría y no contra Polonia a pesar de que se construyó con ambos en mente, también desde la comisión continúan negociando con el gobierno polaco para desbloquear los fondos de recuperación a cambio de concesiones respecto al Estado de Derecho, lo que aislaría definitivamente a Orbán.
🚨 El TJUE desestima íntegramente los recursos de Polonia y Hungría y señala que el mecanismo de condicionalidad, que permite cortar fondos europeos a miembros de la Unión que violan el Estado de derecho, está en línea con el derecho de la Unión.
— Nacho Alarcón (@nacho_alarcon) February 16, 2022
La UE se encuentra ante una ventana de oportunidad abierta de par en par para profundizar en la integración. La debilidad de Alemania catapulta a Francia como líder indiscutido europeo, lo que es una buena noticia para la integración ya que es el país que más está presionando en esa dirección.
Además, nos encontramos en un escenario donde los cuatro grandes países de la UE (Alemania, Francia, Italia y España) están liderados por gobiernos marcadamente proeuropeos, incluso países más críticos históricamente con el proceso integrador como Suecia y Finlandia se están acercando a las tesis de Bruselas a raíz de la guerra en Ucrania, al menos en el ámbito de la defensa.
A Bruselas también le beneficia el reloj, después de un ciclo electoral frenético ahora la UE disfrutará de un periodo de tranquilidad hasta 2023 dónde tendremos citas electorales importantes en Italia, Polonia y España, serán meses que la Unión deberá aprovechar para construir nuevos instrumentos comunitarios y reforzar los ya existentes aprovechando la coyuntura.
Por último, siguiendo con el contexto internacional, este también presiona a la UE para hacer algo y construir su propia visión del mundo independiente, la guerra en Ucrania tiene que actuar como un motor para la defensa europea y su independencia energética, pero no hay que olvidar que el reforzamiento de la alianza atlántica y los lazos con EEUU en términos energéticos también están amenazados a corto plazo. En 2024 se celebran elecciones y la posibilidad de una victoria de Donald Trump existe, es por ello que la UE se verá forzada, por la propia presión de los acontecimientos, a construir su independencia y no sustituir la dependencia de Moscú por la de Washington.
🇺🇸🇪🇺La Unión Europea y Estados Unidos han llegado un acuerdo para que EEUU suministre gas natural licuado a Europa durante los próximos dos años.
— The Political Room (@Political_Room) March 24, 2022
El acuerdo podría anunciarse este viernes y se enmarca dentro de los esfuerzos de la UE por reducir la dependencia del gas ruso. pic.twitter.com/CvZkxfShEx
Esto no quiere decir que la UE vaya a vivir ahora un periodo de integración sin precedentes, Orbán sigue estando y con él su poder de veto y lo cierto es que, incluso entre visiones favorables a la integración, hay divergencias acerca de cómo y en qué áreas se profundiza la Unión.
Lo relevante de la situación actual y lo que hay que entender es que la UE es una unión de 27 estados diferentes en los que la correlación de fuerzas cambia constantemente según el contexto político, y ahora esa correlación beneficia claramente a las posturas favorables a la integración. Así, se presenta una oportunidad para Europa que Bruselas no puede dejar escapar.